El jueves 23 de febrero, los
alumnos de 4º de ESO del IES Valle del
Jiloca, junto con las profesoras acompañantes, Elisa González y Julia
Carrasco, fuimos al Teatro de las Esquinas a ver la representación de Luces de bohemia, de Ramón María del
Valle-Inclán. Esta obra es un ejemplo del esperpento, un tipo de teatro creado
por este autor para mostrar la esencia grotesca de la sociedad española de su
época, principios del siglo XX.
Luces de bohemia habla de Max Estrella, un poeta ciego y bohemio
que recorre de noche distintos lugares de la ciudad de Madrid, en compañía de
Don Latino, que le sirve de guía.
La obra fue representada por la
compañía Teatro del Temple, la cual, desde su nacimiento en 1994, ha producido 32 espectáculos –17 de los cuales han sido representados en
Madrid–, ha visitado 18 países y ha obtenido premios prestigiosos como el Max.
El equipo estable de esta compañía lo componen tres personas: Carlos Martín en
la dirección escénica, Alfonso Plou en la dramaturgia y dirección técnica y María
López Insausti en la producción. En la representación de Luces de bohemia participaron 8 actores, que dieron vida a la gran
mayoría de los personajes (más de 50) que pueblan esta obra.
En cuanto a la escenografía, estaba
muy bien diseñada, con muy poco material, utilizando solamente cuatro paneles
de chapa con ruedas que los actores cambiaban de ubicación en cada escena,
acompañados por música. Respecto al vestuario, era muy sencillo, pero permitía
que, aunque los actores fueran pocos, se notara fácilmente cuándo interpretaban
un personaje distinto. Los cambios de vestuario se realizaban detrás de las
placas de metal, en cuyo reverso había unas barras de las que colgaban perchas
con las diferentes prendas utilizadas durante la representación. Esto llamó la
atención del público y mostró cómo las pequeñas compañías son capaces de crear
representaciones complejas con poco presupuesto que quedan realmente bien.
En conclusión, Luces de bohemia nos pareció una obra
interesante, con un texto intenso y una puesta en escena que jugó con la
originalidad pero que mantuvo, en general, un aire de tiempos pasados, con
escenas muy llamativas, en las que Valle pone de manifiesto la decadencia de
España y de los españoles, quienes, vistos desde fuera, son el esperpento.
María Jesús Finol y
David Pina